martes, 22 de enero de 2013

La Primera Guerra Mundial en las Trincheras

La Primera Guerra Mundial fue la mas destructiva en su época... hasta que vino la segunda.
Pero en esta guerra se luchó de una forma completamente distinta a las demás: era la guerra de las trincheras.
Al principio de la WWI los soldados no estaban preparados para las ametralladoras que eliminaban a filas y filas de ellos, ni para las granadas. Tras la batalla del Marne, los ejércitos debieron esconderse, arrastrarse por el barro, cavar cada vez más complejos sistemas de trincheras para sobrevivir al fuego enemigo. Desde el Mar del Norte hasta Suiza, miles de kilómetros de trincheras enfrentaron a millones de hombres en el frente de occidental. Anegadas de barro, infectadas de ratas, las trincheras se convirtieron en el hogar de unos soldados que sufrieron lo indecible.
Las fortificaciones siempre habían existido, el gran ejemplo seria la Muralla de China o la de Adriano, en Escocia, pero lo novedoso de las trincheras fue que había masas de soldados defendiéndolas y se disparaba al enemigo a campo abierto, que también estaba en una trinchera.
Al poco tiempo de comenzar la guerra, la estrategia defensiva británica sugirió un sistema principal de trincheras de tres líneas paralelas con cada línea conectada por trincheras de comunicación. El punto en el que una trinchera de comunicación hacía intersección con la trinchera frontal era de una importancia crítica y normalmente se encontraba fuertemente fortificado. La trinchera frontal tenía una guarnición ligera y solía estar ocupada sólo por las tropas de guardia al amanecer y al anochecer. Entre 63 y 90 metros más alejada se hallaba la trinchera de apoyo (o "de viaje"), que sería a la que retrocedería la guarnición en el caso de que la trinchera frontal fuese bombardeada. Entre 270 y 450 metros más atrás se encontraba la tercera trinchera de reserva, en donde las tropas de reserva se podían juntar para un contraataque si las trincheras frontales eran capturadas.

Las trincheras nunca eran rectas, sino que se cavaban en un esquema dentado. Esto implicaba que un soldado nunca podía ver más de 10 m aproximadamente a lo largo de la trinchera. Con ello el enemigo no podría enfilar la trinchera completa si lograba ganar acceso a algún punto y, si caía una bomba en alguna trinchera, la fragmentación no podría llegar muy lejos.
Según la información que manejaban los ingenieros ingleses, se podían completar 250 m de trinchera frontal utilizando 450 hombres en 6 horas (por la noche).




El soldado de infantería común tenía cuatro armas a su disposición en las trincheras: el fusil, la bayoneta, la escopeta y la granada.

El fusil británico estándar era el .303  (7,7 mm) , diseñado originalmente como una carabina para la caballería, con un alcance máximo de 1 280 m (1 400 yd), aunque su alcance efectivo estaba más cercano a los 180 m .
El soldado británico también estaba equipado con una espada-bayoneta de unos 53 cm , que era demasiado larga para ser empleada, particularmente en combates cuerpo a cuerpo. No obstante, usar la bayoneta era más seguro que disparar un fusil en esos momentos, puesto que en un combate cuerpo a cuerpo inesperado se podía herir o matar a un compañero en lugar de al enemigo.


Era una vida muy dura en las trincheras: si llovía lo transformaba todo en un mar de lodo, la segunda maldición fue el frío. El invierno fue extremadamente duro, con temperaturas cerca de los -20º.C. Era casi imposible moverse en las trincheras. No se podía hacer fuego y los que vigilaban de noche sufrían un verdadero martirio. Como resultado de estar expuestos largos períodos en la humedad y el frío, los hombres adquirieron el llamado “pie de trinchera”, azules y sin vida, propensos a sufrir gangrena.
 Las infecciones eran comunes debido a la poca higiene. Algunos soldados acabaron con trastornos mentales debido a la vida aburrida en la trinchera y el miedo a la muerte.

Todo lo que os he contado suena muy bélico y sangriento, la verdad es que fue así, pero se hicieron algunas treguas, como la tregua de Navidad entre soldados británicos y alemanes en el invierno de 1914, en el frente cercano a Armentières. Los soldados alemanes comenzaron a cantar villancicos y pronto los soldados dejaron las trincheras. Los soldados de ambos bandos intercambiaron regalos e historias, e incluso jugaron algunos partidos de fútbol.

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